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lundi 19 février 2024

Beaucoup de sagesse, c’est beaucoup de chagrin. Qui augmente son savoir augmente sa douleur.


El muladar de la política actual. Más bien político-mediático. Es curioso que la mayoría de las obras y artículos escritos por grandes firmas versen sobre el tema. En el que son verdaderos expertos. La abyección absoluta. La basura. Por cierto, y siendo un poco perverso, en sus anteriores trayectorias políticas una inmensa mayoría se reivindicaba de izquierdas o compatibilizaba su defensa del pensamiento progresista con el respeto más o menos veraz a la derecha. Ahora el pensador político y el ciudadano zombi se dan de puñadas… Verdaderamente la polémica entre derechas e izquierdas lleva años tan adulterada y enrarecida que a estas horas del siglo 21 es difícil por no decir imposible hacer luz. Ni intentarlo. En su día, parecía acertado el esquema de Alain de Benoist de que la derecha hace inflexión en la libertad mientras que la izquierda lo hace en la igualdad. Siguiendo este razonamiento, la derecha sería heredera del paganismo indoeuropeo y tendería a los valores aristocráticos, a la búsqueda de la excelencia a través del esfuerzo y la selección de los mejores. El hombre, dice De Benoist, es el animal que da sentido a las cosas, trazando un continuum de tradiciones ligadas a una cultura, un territorio y una raza. Por el contrario la izquierda sería la heredera de los valores orientales, judeocristianos, de los cuáles el socialismo y el comunismo serían epígonos. El todos somos iguales ante Dios devendría en un todos somos iguales, pero ya ¡ni siquiera ante la ley!, sólo en la verborrea mediática, y por eso precisamente añadía Orwell malévolamente, que algunos son más iguales que otros. Como vemos ni la derecha ni la izquierda realmente presentes en el tablero político responden a estos patrones. La derecha no supremacista / separatista, al menos en España, está desideologizada y es escasamente tradicionalista. Además, lejos de promover la selección de los mejores, difunde una aura mediocritas de conformismo y defensa de los valores angloamericanos, aparte de estar tan salpicada por la corrupción y gangsterizada como la impúdica e impune socialdemocracia. Por eso hablar de izquierda y derecha puede devenir en una comedia de errores, como es el caso de nuestro panorama actual. Ya he perdido la cuenta de las veces que he sacado a relucir o aconsejado la lectura de las conclusiones de Murray Bookchin (El anarquismo en la sociedad de consumo) de hace tantos años (" Là voilà de retour, l'ignoble canaille des années trente ... "). 
¿Queda espacio, desde algún sitio, para la crítica política? La colección de tarugos y memas que cacarean desde los cargos y los media empujan al escepticismo. Hay, sí, un legítimo cabreo creciente que resulta de constatar cómo los valores averiados de sucesivas ideologías derrotadas por la historia acaban instalándose, con la colaboración de los medios de comunicación y sus esbirros exageradamente remunerados, en el inconsciente colectivo del pensamiento contemporáneo. Nadie, desde la derecha ni desde la izquierda, se atreve en serio a meter mano a los tópicos al uso, una cosa es predicar y otra dar trigo, y todo esto se mantiene y hasta se difunde como un medio de apaciguar a las masas y, de paso, de marear la perdiz. Véase, por ejemplo, la manipulación mediática de la famosa violencia de género. La ley de sí es sí, que ha acabado estomagando a las feministas más consecuentes. El cambio climático. La (in)seguridad ciudadana. La inmigración … Los generosamente subvencionados medios progubernamentales se despepitan con cada caso y el gobierno y los pintorescos partidos que le apoyan, ¡desde el poder!, sacan evidente tajada de cada asunto. No resuelven nada, lo enconan más aún, cierran cualquier posibilidad de solución de futuro. Pero no les cuesta nada complicar todo sin ser capaces de diagnosticar ni siquiera someramente lo que abordan, dándolo ya por arreglado de antemano. No cuesta nada ser políticamente correcto desde el cacareo ya sea en la equiparación de los homosexuales o en la integración de inmigrantes. Como dice el infatigable fantoche (1) que funge temporalmente de presidente del gobierno español, se trata en cada caso de hacer virtud de necesidad. Si alguien dijera, por ejemplo, que la inmigración masiva actual es una clara maniobra de dumping social contra la clase obrera española por parte del Capital, sería tratado de fascista. Podríamos poner más ejemplos. Entonces llegan pensadores fatigosamente jubilados de la izquierda, los Azúa, Savater, Cebrián, Albiac, Juaristi, etc. y son recibidos con alborozo por la derecha, deseosa de presentarse con ellos en sociedad. Todos ellos contribuyeron en su día al actual estado de cosas. La derecha, con su burda incoherencia, reconoce sin problemas como verdaderos intelectuales a antiguos adversarios a los que era incapaz de criticar o neutralizar y, de paso, incrementa el censo de extintos izquierdistas que, cansados de aporrearla sin consecuencias, sin el más mínimo atisbo de respuesta, se unen al coro de predictores de un supuesto naufragio inminente. Estamos ante algo, en principio, imposible: tratar de plantear un discurso coherente cuando la realidad no lo es. Estamos, en primer lugar, ante un relativismo dominante en arte y pensamiento. En segundo lugar, ante un determinismo de raza y sexo y, por último, ante el fatalismo de la famosa multiculturalidad. ¿Son estos valores de la izquierda? No está nada claro. Por el contrario el pensamiento supremacista, identitario, comienza por descreer de la unidad del género humano y admitir la jerarquización de las diferentes culturas. Recuérdese a Montesquieu cuando decía haber visto franceses, alemanes, turcos, pero nunca hombres. Es mejor la anarquía multiculturalista, torciendo el e pluribus, unum para que diga e pluribus, nostrum entendido como nostrum, solum nostrum et nihil plus quam nostrum. Y en la misma esencia del multiculturalismo está el relativismo, es decir, esto es bueno para mí ahora mismo, pero no para un hotentote. Wagner no tiene por qué gustarle a un yemenita, yo no voy a imponérselo lo mismo que yo ignoro, por ejemplo, el kabuki o me resbala el gamelán. A partir de aquí caben, claro, dos posturas.
La supremacista-lela de que lo mío es lo mejor y debería imponérselo a los demás y la tolerante de que cada uno en su casa que haga lo que quiera que parte, por supuesto, del principio de que en la mía voy a hacer lo que yo y los míos quieran y a quien no le guste, que no venga: my country, right or wrong, o aquello de love it, or leave it. La cuestión es si, por más precisar, partidos como el tóxico PP, el espléndido comedero del PSOE, los Junts por no sé qué, el PNV, y un largo etcétera, pese a sus querencias inextinguibles por el vago progresismo de boquilla más demagogo y mamón, pueden dejar de ser expresiones acabadas del más pringoso pensamiento políticamente correcto angloamericano. La respuesta es que no, aunque, subliminalmente, lancen globos sonda para sus clientelas respectivas que apenas se distinguen entre sí más que en el vocerío pretendidamente incorrecto. En cualquier caso nada tienen que ver con la derecha identitaria tal y como la entienden Alain de Benoist o el neopaganismo. Entre la Scylla del melífluo discurso de valores de lo políticamente correcto que, como casi todo lo malo nos viene de los useños, y la Caribdis agresiva y supremacista del magma político de la charca europea, yo me quedo con … ninguno. En realidad, el supuesto conflicto entre liberalismo y progresismo, en la dicotomía puramente virtual pepeísmo / sanchismo, reúne neutralizándolo lo peor de ambos mundos. Ya es mérito … Así que si buscan ustedes una derecha pagana, libertaria y hedonista … O una izquierda por la igualdad, la defensa de la clase obrera, la creación y distribución equitativa de riqueza … ¡Que venga Diógenes con el candil, a ver si les ayuda a encontrarlas, antes de votar, y se lo dice!

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Rêve surréaliste raté. Un jour comme un autre, celui de mon soixante-dixième anniversaire, en novembre dernier, stressé par la fuite d’eau du voisin et touché au cœur, sans les enfants à proximité pour le repas de famille habituel. J’en ai rêvé encore ce soir ! Il est dangereux quand on est septuagénaire de se croire encore sexagénaire. Cela faisait déjà un moment que je me sentais avoir soixante-dix ans. Peut-être parce que je préfère les années où mon âge est pair. Serait-ce parce que je suis né une année impaire ? Ou alors parce que, je ne sais pourquoi, je me dis que je risque moins de mourir une année d’âge pair. En attendant cette échéance, il s’agit de continuer à vivre au mieux avec les miens et les proches tant qu’on le peut. Me le rappelle, si c’était nécessaire, la disparition d’Imanol O. Ou la mort brutale de l’ami Markos, peu après sa retraite. A chaque rencontre, nous passions un bon moment ensemble, la dernière fois avec Juan de Alba R., et c’était pour moi l’une des rares occasions pour discuter en basque avec quelqu’un. Sans que je sache vraiment pourquoi, je ressentais un vrai plaisir de le faire avec lui. Je savais quand même qu’il était vraiment basquisant dans sa tête et dans son cœur. Une crise cardiaque. Il devait pourtant avoir une meilleure hygiène de vie qu’avant la retraite, vu son état physique des derniers temps.

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Il y a comme ça plusieurs personnes, hommes et femmes, avec qui j’échange un bonjour quand nous nous croisons. Pour la plupart, je ne sais pas qui eux et elles sont, ni d’où je les connais, ni ce qu’ils savent de moi. C’est sans doute des anciens patients de R. Cela fait des années que ça dure.
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L’Ukraine s’effondre sous les flots de larmes des chaînes télé franco-espagnoles ou hispano-françaises. Les mêmes ordures des deux côtés de l’ex-frontière qui en reste bien une quand même ! C’est le premier heureux évènement de cette nouvelle année. J’en espère d’autres : la défaite (avec disparition définitive !) de la criminelle entité sioniste, l’effacement de la carte des souvenirs du monde de Sanchez et de Macron, la dissolution subite de Trump dans son néant d’origine, l’aggravation du dérèglement climatique, etc.

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Deux policiers massacrés à Barbate, Cadix, près de la fosse septique, ce puisard appelé aussi Gibraltar. Ce n'est pas rien quand nos jugements maladroits et nos préjugés sont dictés par la cruauté d'une réalité sauvagement insupportable. On a été dressés pour sauver les apparences : de normalité, de démocratie, de progrès … Alors qu’on est gouverné par des imbéciles criminels et, trop souvent, des complices. Depuis quand le commerce de la drogue et des substances psychoactives règne-t-il sur l'économie politique occidentale, américanisée, autant dire sur l’ensemble du monde ? Sans qu’il n'y arrive rien. Nous vivons dans une misérable et criminelle saleté pornocapitaliste thanatocratique et nous ne voulons pas en tirer les conséquences et les leçons de ce chaos anarchique. Nous avons tué dans l'œuf les solutions rationnelles possibles et du Chili au Japon en passant par Marseille ou par Gibraltar, le chaos est la norme. Il n'y a rien à faire. Les armées, les polices, les juges, les fonctionnaires de tout poil, les damnés de la terre et du ciel sont corrompus par l'extase du gain, par la hantise du fric de cette économie souterraine. Les vrais responsables sont les mafias multinationales et leurs réseaux de complicités efficacement criminelles. Chapeau ! Je viens de découvrir la lune. San toucher, bien entendu, à la logique irrationnelle de la misérable saleté porno-capitaliste thanatocratique, qui préfère s’autoproclamer démocratie universelle, fondée sur des règles comme disent toujours A. Blinken et B. Netanyahou.

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(1) Debo, para ser mínimamente justo, añadir un bemol como poco a mis calificativos sobre el presidente P. Sánchez por razones ligadas a su política exterior: sus palabras ante el verdugo Netanyahou, la oposición a acudir de comparsa contra Yemen en el Mar Rojo, su postura junto a Irlanda ante el genocidio de Gaza ... Para resumir, imitando a un bloguero antisanchista con nombre frutal (limónycerezas) que termina sus ocurrencias con un ceterum censeo irania esse delendam, lo mío vendría a ser un alegato tipo ceterum censeo israelem esse delendam

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