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lundi 28 février 2022

Voici revenu le temps de la guerre et des persécutions !

 

La gestión de la pandemia ha permitido poner de manifiesto, a plena luz del día, las inclinaciones particularmente dictatoriales de determinados políticos, al tiempo que señalaba el alcance de la autocensura en los medios. En pocos meses pudimos comprobar que nada parecía más fuerte que el deseo de amoldarse rápidamente al pensamiento dominante, harto asfixiante, con y sin mascarilla. La estruendosa llegada de la tempestad bélica ucraniana ha hecho desaparecer como por arte de magia cualquier referencia a las variantes de una pandemia que desde hace semanas ya no cumplía los criterios necesarios para cautivar o meter en cintura a la multitud. No faltaban tempestades fácilmente situables en el globo pero ya resultaban cansinas: del campo de concentración a cielo abierto de Gaza a las viejas ciudades yemeníes, el parque temático del terror ya estaba en marcha, pero sin ruido.  Igual que bajo la pandemia salió a relucir el lado tenebroso de ciertas almas en platós de televisión y redacciones varias, con la crisis actual, ya guerra abierta, el lado oscuro escribe un nuevo capítulo del naufragio político, intelectual y moral de nuestras “élites”. Es realmente espantoso que nuestros políticos sean incapaces de ir más allá de su interés particular y de su “imagen”. En el tema de la energía, que debería ser el centro de gravedad de la reflexión económica de cualquier país con el más mínimo grado de buena gobernanza, sólo parece despertar interés el riesgo que suponen las maniobras de Putin para el suministro de gas a Europa. Las espantosas reflexiones de ciertos líderes políticos, sobre todo ecologistas, pero no sólo, al descubrir que sus opciones en favor del gas mágico (excelente fuente de negocio) excluyendo la “maldita” energía nuclear, llevan a la ruina total, dan una idea de su nivel o, mejor dicho, de su falta de nivel. Al parecer, estamos descubriendo que la energía es un asunto serio y que los traspiés en esta materia tienen graves consecuencias que pueden llegar a ponernos en posiciones de difícil salida. Y para rato. Igualmente, aunque parece obvio pues tenemos a mano la Historia para confirmarlo, la acumulación de deuda y la inflación han provocado sistemáticamente miseria y guerras, civiles o no. Actualmente, la inflación generalizada en todo el mundo occidental, bajo el peso de deudas colosales, debería suscitar más de una reflexión sobre el futuro que nos espera. Y tenemos unos “dirigentes” más bien impermeables a semejantes asuntos. Uno se pregunta cómo aquellos que, en los dos últimos años, han jugado sin empacho a la carta del miedo al virus ahora pueden pedir credibilidad para sus grandilocuentes discursos basados en sanciones a diestro y siniestro. Por no añadir nada al floreciente negocio del armamento. Proporcionar “armas letales” y de todo tipo no parece ser la mejor manera de defender a la viuda y al huérfano en un país extranjero. Europa, ya no está dividida y habla con una sola voz:  la histeria anti-rusa más que anti-presidente ruso. No hay nada nuevo: la distorsión de las palabras, de los contextos (el Hodolomor, la 14 División SS Galizien: todo vale), el relativismo establecido como única forma autorizada de pensar, el rechazo a las culturas, tradiciones y costumbres seculares, consideradas como anticuadas o incluso bárbaras, todo ello contribuye a este naufragio intelectual del que ya no saldremos fácilmente. Naufragio político e intelectual coadyuvante de un naufragio moral que ya llevaba anunciándose hace tiempo. De la humillación a Grecia a la ultimísima crisis “nuestra” con Marruecos, no se ve muy bien qué brazo y con qué fuerza levantará ahora el escudo para defender a Ucrania. No pasa un día sin enterarnos de casos nuevos, casi en cada país, de sórdidos asuntos de corrupción galopante acumulándose unos sobre otros invitando a los dirigentes a llevar su ímpetu hacia horizontes más lejanos que el inmediato, el que tenemos delante. Nos dicen qué y cómo pensar, incluso los cogidos in fraganti se arrogan el papel de jueces, sin que algún medio importante se conmueva. Salvo muy escasas excepciones, que exigen tiempo, reflexión, debate, los media desgraciadamente han caído tan bajo que ya no hay remedio. Los antiguos faros de la ciencia, los pensadores respetados y respetables se han retirado del mundo ruidoso en el que vivimos. Nadie les hace caso ni se recurre a ellos. Han dejado paso a dirigentes que no sólo no se caracterizan por su solvencia, refinamiento o madurez intelectual sino por su arrogancia vacía de gilipollas. Cómico si tanta gente no tuviera que sufrir las consecuencias de sus lamentables actos. Ya no hay escena política sino solo clanes de parásitos en lucha, sin valores y sin inteligencia. Estamos jodidos.

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Las agencias focalizan la atención sobre las intervenciones de Rusia desde 1991: dos guerras en Chechenia, en los años 1994-96 y en el 1999 y 2000, con miles de muertos; en Georgia en 2008, tras una operación georgiana en Osetia del sur, que Rusia acabó reconociendo junto con Abjasia; la “anexión” de Crimea, en 2014, tras los turbios sucesos de la Plaza (Maidán) de la Independencia, ocupada por los partidarios de la eurointegración el 21 de noviembre de 2013; el apoyo a Siria en 2015. Pero guardan silencio cómplice – normal, somos “aliados” – respecto a la actividad norteamericana: la devastación y masacres de Irak, la monstruosidad de Yugoslavia, veinte años de guerra en Afganistán, Irak de nuevo, Libia, el despellejamiento sistemático de Siria, Irak otra vez. Es cierto que quien paga, manda. En los canales de información continua, militares retirados, tertulianos, mamarrachos de todos los matices han tomado el relevo de los médicos, todólogos y politiquillos fatigándose sobre el coronavirus. Hemos visto ya el mismo espectáculo varias veces, confundiendo las voces y las versiones de quien de veras tiene algo que decir con el flujo interminable de la mera telebasura. Periodistas, magistrados, policías, opinadores exaltados, moralistas o advenedizos de todo pelaje … El denominador común de estos bípedos implumes es la arrogancia, la tendenciosidad descarada, la costumbre de ladrar con la manada. Materialismo, conformismo, hipocondría, parasitismo y patraña bien dosificados productos de una profunda frustración y un deseo de venganza ante quien demuestra capacidad de pasar al acto en defensa de sus convicciones, sea quien sea: repartidor a domicilio o presidente de un país. No tienen análisis ni pensamiento propio porque llevan muchísimos años convencidos de que su opinión es la ley, del mismo modo que la obediencia al poder imperial ha sido desde siempre su principal virtud y fuente principal de sus “valores”. Son las correas de transmisión indispensables para configurar estados de opinión, que por otra parte no sirven para gran cosa. Recuerdo un vídeo que me enviaron hace pocos días: un urbanita equipado a lo Rambo con su mountain bike eléctrica de diseño se topa en el sendero con un enorme buey pastando. Creyéndose en un carril bici o en una acera cualquiera de su medio urbano, donde normalmente se arroga el derecho a tiranizar e insultar al peatón desamparado, chilla, vocea, emite mil ruidos, pitidos y bocinas y el buey no solo no se mueve sino que cuando lo hace, arremete en su dirección obligándole a tirar prontamente prado arriba. ¡Desconocimiento total del comportamiento y la psicología animal! El muy memo no se imaginaba nadie capaz de no cederle temerosamente el paso. Con un buey, la cosa no funciona así. Si uno se encuentra alguno en mitad del camino, es mejor detenerse a prudente distancia, asegurarse de que no se sorprenda con tu presencia y … esperar tranquilamente a que se vaya. El avasallamiento no funciona. Nada más penoso de soportar que las arengas, comunicados y proclamas de las autoridades de todo rango y condición. Prensa, radios, cadenas de televisión: inmensa marea negra de la hidra mediática ... tan visible, tan dañina y odiosa desde hace años que hace que uno se pregunte cómo sus conciudadanos no tiran de una vez de la cadena. Hay por ahí un libro de cierto éxito según el cual “todas las ideas están en la naturaleza” (Carina Louart,Toutes les idées sont dans la nature, Actes Sud) que ya no tiene sentido: todas las ideas están en cualquier plató, redacción o estudio de radio. Dicen que en ciertos pueblos japoneses, los niños se divierten meando a las ranas y éstas no se mueven porque les da mucho gusto. De ahí el dicho "kaeru ni shonben" (como mear a una rana). La relación entre Europa y Estados Unidos va en el mismo orden: cuanto más desprecian y humillan los americanos a sus “aliados” europeos, más croan los mandamases locales para dar gusto a los yanquis. Es triste pero es así. Que Dios nos proteja.

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Envoyons des troupes, oui, mais attention, des troupes inclusives, les morts se réjouiront d’avoir été tués sous les coups d’une armée ouverte sur son époque, avec tous les genres représentés proportionnellement, et une représentation de toutes les croyances et ethnies. Et limitons l’utilisation d’avions de combat et l’utilisation d’explosifs, en raison des émissions qui peuvent endommager l’atmosphère. Et faisons attention aux bombardements d’espaces verts ou aux animaux tués. Ajoutons à cela : régime végétalien pour les soldats et soldates, etc. Long et cætera dans lequel une centaine de termes supplémentaires peuvent être incluses. Victoire assurée. Rends-toi, Poutine !

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